En 1964, mientras Lacan daba en la Escuela Normal Superior el Seminario sobre Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Jacques-Alain Miller lo interrogó sobre su ontología (13 de mayo de 1964) [1]. Lacan continuó con esa pregunta durante muchos años y es, en particular, en el Seminario Encore que da una respuesta segura, aunque discreta.

J.-A. Miller ratificaba, este año, en su curso del 8 de abril de 2009, "Cosas de finura en psicoanálisis" que el esfuerzo de Lacan fue el de "hacer del goce la causa del deseo mediante el objeto a", pero que debió renunciar a esto al transferir el lugar del Otro al cuerpo. La última respuesta de Lacan, según Jacques-Alain Miller, se encuentra en el Seminario Le Sinthome, bajo la forma: "no hay el goce del Otro; no hay más que el goce del propio cuerpo". De lo que resulta que: "el objeto a no es ningún ser. Esto quiere decir que él no pertenece a lo óntico". La referencia de Lacan que da en su curso es: Encore, p. 87 y 114.

No es la primera vez que J.-A. Miller retoma esta cuestión. Esta insiste de distintas maneras, especialmente en lo que concierne al fin del análisis.

El 11 de mayo de 1988, comentando en su seminario del DEA el artículo de Freud sobre "Los dos principios del funcionamiento psíquico", destacaba que se podía encontrar en Heidegger dos maneras sucesivas de tratar la cuestión del ser. Puede ser el filósofo, para quien la libertad es el abandono del desocultamiento del ser. Es ahí, decía J.-A. Miller, que Heidegger introduce el tema de la existencia [2]. Pero es también el filósofo del olvido del ser, del ocultamiento del ente. "Al mismo tiempo, indica que hay un segundo Heidegger que, simultáneamente, correlativamente, pone el acento sobre el ocultamiento natural del Ente" [3]. Indicaba que la filosofía es, por excelencia, el discurso que confunde el ser con lo real.

De ahí, la importancia del tema freudiano de la evitación perpetua de la realidad en la neurosis. En ese momento, J.-A. Miller señala que es importante diferenciar la evitación neurótica de lo que hay que hacer y la evitación psicótica de la Realität, donde se trata de la instalación de una realidad de reemplazo.

Interpreta el más allá del principio del placer freudiano como trabajando para el goce, lo que lo lleva a decir: "el sujeto freudiano no se entrega en absoluta al mundo, incluso cuando se trata de la realidad exterior. El se entrega al goce". El psicoanálisis, entonces, obliga a separar la cuestión del ser de la de lo real.

Pero volvamos al curso de 1992, "De la naturaleza de los semblantes". J.-A. Miller afirma, una vez más, a propósito de objeto a: "no es el ser, no es más que un semblante". Es a partir del comentario del triángulo, en el capítulo 8 del Seminario Encore, que lo destaca con fuerza, apoyándose en breves notas de Lacan. Todo ese capítulo del curso [4] está consagrado a esto.

Retengamos algunas fórmulas centrales:

"La verdadera naturaleza del objeto a (…) no está en relación a lo real, a pesar de estar en el movimiento de lo Simbólico hacia lo Real, bautizado "referencia" en los esfuerzos vanos de la lógica matemática para aprehender lo real -incluso si es en el camino hacia lo Real que él se encuentra, su verdadera naturaleza está en relación al Ser".

O aún:

"El punto de partida que tomamos en la falta en ser es justamente lo que nos lleva a confundir el ser –el ser positivo- con lo real."

En ese capítulo de su curso, J.-A. Miller recuerda, especialmente, que la cuestión del ser es, desde Parménides hasta Platón, la pregunta filosófica, pero que para el psicoanálisis la equivalencia entre la causa del deseo y el objeto pulsional como tal no se puede tratar más que por los semblantes. "El objeto a, su posición, responde a lo que el sujeto puede reencontrar, puede complementar de ser, de un ser. Lo que llamamos objeto a, es lo que, en la calamidad del sujeto que se llama la falta en ser, parece darle el soporte del ser, para retomar la expresión de Lacan…"

Es finalmente en ese capítulo del curso "De la naturaleza de los semblantes" que J.-A. Miller desarrolla el argumento ontológico, diciendo que es verdad que en el pase "hay como una mueca de argumento ontológico". Esto evoca lo que Lacan decía del pase en su proposición de octubre: "hace ser". Hoy, J.-A. Miller continúa sobre el tema, indicando que con el pase se trata de "una nueva alianza con el goce", como tal imposible de negativizar.