Desde la primera lección de su curso "De la naturaleza de los semblantes", Jacques-Alain Miller afirma que "el semblante es una categoría" inventada por Lacan en el aprés-coup de su Reverso del psicoanálisis, y que encuentra su lugar al lado de las tres categorías R, S, I[1]. Establece que "el semblante como categoría es el antónimo, el opuesto de lo real", y precisa: "Es, hablando con propiedad, el sentido moderno del semblante". El semblante constituye una perspectiva teórica esencial: "Puse de relieve el término semblante porque organiza de otro modo el ternario conceptual (RSI) que Lacan ha introducido en el psicoanálisis"[2].

Es para una reevaluación de los semblantes que quiere operar primero la decantación de la categoría de lo real de las escorias del ser, del esencialismo. J.-A. Miller reintroduce con Lacan, la inscripción de los semblantes en la naturaleza[3], estableciendo lo que podría llamarse una física de los semblantes. Desde este punto de vista, la referencia explícita a Lucrecio sostiene una crítica clásica de la metafísica y constituye una etapa determinante. Porque no se trata solamente de establecer una inversión jerárquica entre la esencia y la existencia, sino de despejar, en la enseñanza de Lacan, lo que constituye la "puerta de entrada" de la teoría de los nudos futura.

Esa será la primera introducción del término "semblante" en el Seminario Aún a partir del esquema que Lacan ubica al comienzo del capítulo VIII, intitulado "El saber y la verdad"[4]. Representa "el armazón en donde el semblante se declina bajo sus tres especies, el semblante propiamente dicho, sobre el camino de lo simbólico a lo real, la verdad y la realidad"[5]. Este "armazón es necesario, si se quiere salir de lo que, hasta en el psicoanálisis, se infiltra de filosofía, si llamamos filosofía al discurso que pone el ser en lugar de lo real". Poner el ser en el lugar de lo real es "la ilusión de que por lo simbólico, por la articulación de una cadena significante, se podría concluir sobre lo que es, por un hay".

En efecto, el objeto a está en el lugar del semblante[6]. Su "verdadera naturaleza" no es real, incluso si se lo encuentra sobre el camino hacia lo real. Ella tiene relación con el ser, subraya Lacan en 1973. Lo que comenta J.-A. Miller del siguiente modo: "Desplazar el objeto a de lo real al ser, es poner de relieve sus afinidades con el semblante".

"Los semblantes nos protegen de lo real". Esta fórmula decisiva[7] repercute el decir fundamental de Lacan: "El goce sólo se interpela, se evoca, se acosa, se elabora a partir del semblante". Agregando que "el semblante no es una vana ilusión, el semblante opera", J.-A. Miller nos incita a extraer todas las consecuencias, en una práctica en la que el acto analítico opera sobre lo real del goce. Insiste: "La oposición del semblante y lo real es el espíritu mismo del psicoanálisis que constituye un retorno hacia lo real del sexo"[8]. Es en este sentido que abordamos la categoría de semblante, con una clínica del sinthome en la que el semblante puesto en función será el objeto pequeño a.