"El semblante consiste en hacer creer que hay algo ahí donde no hay nada" [1].
"El semblante no es una vana ilusión. El semblante opera" [2].
La clínica lacaniana gira en torno a un agujero. Que se trate del (-phi) de la castración, de la forclusión o bien de la inexistencia de la relación sexual, el agujero, la falta, el vacío de la referencia constituyen el pivote estructural alrededor del cual se podrá construir la noción de parlêtre. Para situar lo que está en juego en el semblante, Jacques-Alain Miller diferencia el régimen del Uno-todo del régimen del no-todo. Plantea al régimen del Uno como el de la lógica edípica que articula los diferentes niveles de "falta" con lo que viene a ese lugar, lo que hace de tapón: "El agujero, la pérdida, la castración no son pensables sino bajo el régimen del Uno" [3].
El no-todo J.A. Miller lo articula especialmente bajo el régimen de la constancia de la pulsión: Se trata ahí "de otra cosa que de la falta y sus tapones", porque "la constancia de la pulsión no conoce la pérdida". La pulsión, en tanto que es uno de los nombres freudianos del goce, tiene una "positividad" que ignora los avatares y la eficacia de la falta" [4].
En el camino de "pensar juntos lo simbólico y lo imaginario" [5] en oposición a lo real, la categoría de semblante viene al lugar de lo que no hay en el régimen del Uno. En la serie de los semblantes abordados por J.-A. Miller en su curso, se despeja una tríada fundamental: Se trata del padre, del falo y del objeto a. Estos tres semblantes, nos indica J.-A. Miller, se articulan. El padre, semblante por excelencia, está sostenido por el semblante fálico del que "testimonia", y no toma sentido sino en relación al resto de la operación de castración, es decir, el objeto a [6]. J.-A. Miller los considera como "nombres del goce": Los tres pertenecen a la lógica del Uno, y es a partir de lo simbólico que ofrecen una perspectiva sobre el goce.
Si el objeto a es "el significante del goce en tanto resto de la castración, [es decir] esa parte que resistió a la operación", éste pertenece, sin embargo, al régimen del Uno-todo, a la lógica edípica en tanto que se articula a la castración como falta. J.-A. Miller nos recuerda, en su curso de este año, que el objeto a es el complemento de una falta: del (-phi) de la castración, del sujeto en el fantasma…Si el objeto a es "condensador de goce", no por ello es menos semblante, efecto de lo simbólico que resulta del esfuerzo por aprehender lo real, como lo formula Lacan en su Seminario Encore.
Lacan incita al analista a "hacerse engañar" por los semblantes para permitir la emergencia del sujeto supuesto saber. Es poniendo el objeto a, en tanto semblante, en el lugar del agente en el discurso analítico que el analista opera. El semblante es, según el término de J.-A. Miller, "instrumento del analista en la cura" [7]. Viniendo al lugar de… el semblante ocupa el lugar de lo que no se puede decir: él es operativo en la medida en que es índice de un real en juego. Es por eso que J.-A. Miller nos invita a poner de relieve ese "borde de semblante que sitúa el núcleo de goce" [8]. |